Existen muchos conceptos alrededor del karma que generan cierta confusión. El concepto del Karma ha sido respaldado por varias religiones ancestrales que coinciden en que es una ley de compensación basada en la causa-efecto aunque difieren en su interpretación. La palabra en sánscrito significa “energía que se genera a partir de los actos de las personas”. Y la “ley del karma” actuaría a lo largo de las diferentes vidas que tiene un alma que se va encarnando en diferentes cuerpos y situaciones que son las unas consecuencia de las anteriores.

Por ello existe la idea de crear mal karma a través de los actos negativos y buen karma a través de los actos por el bien de los demás. Según esta ley, a lo largo de las diferentes vidas deberemos ir “pagando” por los actos que han causado dolor a los demás, sufriendo diferentes situaciones negativas hasta cancelar esa deuda. Y los actos que generan buen karma nos permitirían avanzar en esa cancelación del karma. Esta sería la interpretación más extendida pero ya en sí genera confusión de lo que es en realidad.

Puesto que todo es energía, ciertamente generamos energía no sólo con nuestros ACTOS, sino también con nuestros PENSAMIENTOS y EMOCIONES.

Por tanto, todo lo que parte de nosotos genera una energía de amor o de odio y de muchas frecuencias intermedias que atrae a nuestras vidas situaciones de frecuencias similares. Al atraerlas no sólo se genera un re-equilibrado energético sino que se nos da la oportunidad de TOMAR CONCIENCIA de lo que estamos generando y CORREGIR la frecuencia que emitimos con otro tipo de actos, pensamienos y emociones.

El problema principal radica en vivir nuestro karma desde la CULPA e interpretarlo como un CASTIGO y aquí es donde surge la mayor confusión. 

Para ilustrar mejor el tema, podemos tomar un ejemplo simple que representaría la generación de karma y sus consecuencias. Si derramamos un vaso de agua por accidente, ciertamente hay una consecuencia que es que la superficie sobre la que ha caído el agua está mojada. Y según las circunstancias será más o menos urgente frotar el agua y secar la zona. En cualquier caso, ese agua acabará secándose con o sin ayuda y generando unas consecuencias. Si frotamos el agua, no tiene sentido vivir ese acto como un castigo sino como un acto necesario que es una consecuencia natural de lo sucedido.

Si no frotamos el agua y cae sobre madera, ésta se hinchará y si queremos devolver a ese material un aspecto correcto, tendremos que hacer mucho más esfuerzo lijando la madera y usando productos adecuados o desembolsando dinero para sustituirla por una nueva. Es decir, que ante un hecho que genera karma, si no lo compensamos rápida y conscientemente, después la cosa se complica un poco más pero en ningún caso es un castigo ni es irremediable en un sentido amplio. La madera no nos castiga al hincharse, simplemente es una consecuencia natural.

Si la acción que hemos realizado intencionada o desintencionadamente nos conduce a sentir culpa, entonces la ley del karma es más severa. Nuestras creencias sobre el incidente generan una frecuencia que atrae otros hechos como consecuencia y que están vibrando al mismo nivel energético. Así que si sentimos culpa porque nuestras creencias limitantes nos hacen creer “soy un desastre por tirar el agua y siemrpe haré las cosas torpemente”, estaré atrayendo muchos más hechos negativos a mi vida, como en este caso pueda ser seguir derramando líquidos sin intención de ello o recibiendo empujones de personas que nos hacen derramarlos.

El problema principal para desenterrar ese karma extra que nos añadimos con las creencias limitantes sobre lo que hemos hecho, es que vida tras vida, éstas se van acumulando en nuetra alma y pasan a nuestra mente subconsciente de encarnación en encarnación. Lo más habitual es no recordar esos hechos ni esas creencias en cada vida nueva pero siguen generando una vibración y nos afectan en nuestra vida.

Como la emoción de la culpa suele ser difícil de detectar cuando tiene origen en hechos de vidas pasadas, liberarla se hace más complicado y su frecuencia energética nos afecta adicionalmente a las creencias limitantes asociadas. 

Es por ello que cuando alguien se propone liberar su karma, necesita recurrir a herramientas, como la meditación entre otras, que le permitan desenterrar sus creencias limitantes e ir liberando su sentimiento de culpa con diversas técnicas.

Otro punto de confusión sobre el karma procede de una creencia limitante sobre el “TRIBUNAL KÁRMICO” y su función.

Dado que somos seres espirituales teniendo una experiencia humana, a lo largo de nuestra existencia, nos hemos ido relacionando con otros seres espirituales, lo cual no quiere decir que actúen únicamente desde la Luz, al igual que nosotros tampoco hemos actuado siempre desde la Luz y el Amor. Esos seres pueden tener una función en nuestro proceso de evolución y aprendizaje, pero no necesariamente lo que nos hacen creer corresponde con la Verdad más elevada. Digamos que son trampas del camino para empujarnos a crecer.

El “tribunal kármico” estaría englobado en ese grupo de seres. Tienen su función y no es reírse de nosotros, pero sí hacernos creer que el karma es algo terrible y que hay que “pagar” las deudas con cierto sentimiento de culpa.

Tras muchas vidas de sufrimiento, a medida que nos acercamos a la conexión con nuestro Ser Superior o esencia verdadera, se van activando en nosotros ciertos mecanismos de descubrir la Verdad más elevada y de preguntarnos a nosotros mismos si lo que hemos ido descubriendo sobre el karma es realmente todo lo que existe. Y ahí es cuando al iluminarnos un poco más, descubrimos que nos podemos saltar al propio “tribunal kármico” si sabemos cómo hacerlo.

La clave una vez más está en perdonarnos a nosotros mismos por todos los hechos en los que hayamos hecho sufrir a otros seres.

En la evolución como seres espirituales, no se trata ni de sentir culpa ni de vivir esos hechos con inconsciencia. La culpa tiene la función temporal de hacernos tomar conciencia de lo que hemos hecho pero después es necesario soltarla y perdonarse a sí mismo/a.

Otro punto importante de esa clave está en recordar que somos Luz en origen y por tanto Divinidad en esencia, que provenimos de la Fuente, del Creador/a, de Dios, de como queramos llamarlo y que esa Fuente tan elevada no castiga sino que AMA. Al saltar ese tribunal kármico, accedemos al Amor de la Fuente, de Dios y al Amor a nosotros mismos y es cuando nuestro karma se  puede disolver mejor.

Que sea una tarea delicada y que requiera mucha conciencia no significa que tenga que ser tan penosa como lo haya sido hasta ahora. Se trata de tomar conciencia de la confusión en la que vivíamos acerca del karma para abrirnos a toda la ayuda de los seres espirituales de Luz que conocen nuestra trayectoria y que han sido asignado para ayudarnos en esos momentos, para dar un primer paso hacia una liberación de karma mucho más efectiva.

A medida que vamos conectando con nuesrro Ser Superior, va surgiendo un recuerdo de la LUZ y el AMOR que somos y un deseo de FELICIDAD serena que nos abre el camino hacia liberar todo aquello que no encaja con quien somos realmente.

Eso incluye liberarse del karma acumulado y de la “ley del Karma” tal y como la entendemos desde el “tribunal kármico”, y de eso modo cada vez nos llegará más ayuda como consecuencia de la nueva vibración que generamos con nuesrtros nuevos pensamientos y sentimientos.

Si deseas realizar un trabajo profundo de liberar karma, este y otros puntos serán trabajados en el próximo retiro KARMA-FREE que hemos diseñado para todos aquellos que sientan ese deseo de libertad y expansión hacia quienes son realmente. Aségurate antes de que tu sentimiento de culpa ancestral no te aparta de darte esta oportunidad ahora y no más adelante. Encontrarás más información aquí:

Share